jueves, julio 13, 2006

Reflexiones fregando el inodoro

La verdad es que todo el mundo te lo dice: mudarse no es fácil. Mi viejo me dijo una vez que está como la más alta causa de estrés, junto a la muerte de un ser querido (yo me pregunto si realmente será para tanto, che). Pero lo cierto es que da mucho trabajo.
Por estos días, cuando ya es inminente la concreción de mi proyecto, me dedico -entre otras cosas- a recolectar cajas por los supermercados del barrio. Algunos empleados ya me conocen y me las guardan especialmente. Otros son medio mala onda y no te quieren dar nada.
Otra de mis tareas ha sido la que me permití mencionar en el título de esta entradita: la limpieza general del departamento, que hace años está deshabitado. Los baños estaban llenos de manchas de humedad, y ni que decir la cocina, de donde estuve recolectando cadáveres de cucarachitas, hace largo tiempo ya secas. Descubrí el uso de varios productos de limpieza de los que hasta ahora sólo tenía noticias por sus estúpidas y machistas propagandas televisivas. Me peleé con manchas rebeldes y fregué el bidet hasta sacarle brillo.
De alguna manera, tengo una empatía recién descubierta por todas aquellas personas (en general, mujeres, no sé por qué) obsesionadas por la limpieza de su hogar: llegó un momento en el cual me decía a mí misma "No puedo parar ahora, está quedando todo brillante, tengo que seguir hasta que esté perrrfecto". Tal vez, la única diferencia entre yo y estas pobres damas sea en que, después de unos minutos, con los codos doloridos y apestando a lavandina, yo sí supe decir "qué carajo importa, si total se va a volver a ensuciar", cambiarme y chau.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡Aguante maguita!!

:) Besos.