martes, octubre 31, 2006

Jalogüin

Yo tenía ocho años. Una compañerita del colegio nos propuso a mí y a otras amigas: “¿Y si festejamos Jalogüin? Nos disfrazamos y salimos a pedir golosinas, como hacen en los Estados Unidos”. Yo le pinché el globo: “Nada que ver, acá eso no se festeja, nadie va a tener las golosinas preparadas. Es un invento yankee”. En ese entonces era 1990. Palabras más, palabras menos, hoy me hubiera gustado contestarle lo mismo.
Pero no. No puedo. Hoy caminando por la calle vi tres nenitas con sus respectivos disfraces haciendo la concebida pregunta (que en castellano ni siquiera conserva la aliteración característica): ¿dulce o truco? Como San Valentín, otra fiesta pedorra para vender flores y regalitos cursis, Jalogüin nos llega importado de Yankilandia y los vendedores de golosinas están de parabienes.
Los chicos a los que yo doy clases (mal que me pese, de inglés, porque con algo hay que pagar el supermercado) me dijeron toda la semana que falta poco para Jalogüin, que si lo voy a festejar, y yo les contesté (en criollo básico), que no, que yo no festejo Jalogüin porque soy argentina y vivo en Argentina. Qué ingenua. Ellos también viven acá, en una Argentina distinta: son chicos de familias de clase media alta o alta sin zoquetes, pueden festejar lo que quieran, un día típico en su vida sería una fiesta para más del 50% de los chicos argentinos que viven en hogares pobres.
De más está decir que Jalogüin es producto de la penetración imperialista. Qué digo penetración: violación entre muchos, te agarran desprevenida y te la meten por todos lados (la publicidad, digo). No sería de extrañar que en unos pocos años más festejemos President’s Day o Thanksgiving, ya bastante ridículo es comer pavo en Navidad, con el calor que hace acá en nuestro hemisferio.
Me rompe las pelotas pensar que probablemente mis hijos estén el día de mañana queriendo festejar esta celebración importada. Ya veo el diálogo, yo prohibiéndoselos, ellos llorando de rabia, me voy a sentir como ese otro personaje (yankee, por supuesto) que se robaba la Navidad. O como una Mrs Scrooge latinoamericana (éste, personaje inglés de Charles Dickens, no menos representantivo de otra potencia que supo ser imperio e invadirnos en más de una forma).
Ni siquiera se tradujo el nombre, no es “Víspera de todos los santos”, ni “Noche de brujas”, sino esa palabra extranjera que cada vez que la escucho me revuelve las tripas. Así que, como pudimos apropiarnos del fútbol, ¡propongo que por lo menos castellanicemos su ortografía!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno señorita Mariana, consuélese usted pensando que al fin de cuentas jalogüín es en realidad una fiesta celta que los yankis tomaron prestada de los emigrantes irlandeses. Eso sí que es pincharle el globo a la gente, vaya!