sábado, agosto 09, 2008

Nagasaki (09-08-1945)

Nagasaki es la mayor ciudad y la capital de la prefectura de Nagasaki, en Japón. Hace hoy 63 años, Nagasaki se convirtió en el segundo blanco de una bomba atómica que los Estados Unidos arrojaran sobre Japón. A las 11:05 de la mañana, la bomba Fat Man, más poderosa que la de Hiroshima, debido a motivos climáticos fue arrojada hacia el último blanco alternativo, que era esta ciudad.

La bomba falló el blanco, pero de todas maneras arrasó con la mitad de la ciudad, matándo instantáneamente a 75.000 personas, y dejando heridas y enfermas a una cantidad similar, con lo que los muertos totales se duplicaron con el correr del tiempo. El caos y el horror provocados por esta bomba fueron similares a los de Hiroshima, y las dos bombas ocasionaron que Japón se rindiera pocos días después.

La ciudad fue eventualmente reconstruida, si bien se conservaron algunos escombros como testimonio del horror al que sobrevivió.

Hoy escribo sobre Nagasaki porque, como muchos, al pensar en las bombas atómicas y en la Segunda Guerra Mundial, el nombre que se me viene a la mente es el de Hiroshima. La cantidad de muertos en ambas ciudades fue similar, la destrucción, el horror y el repudio posterior también. Hiroshima impresiona, quedó en el recuerdo y ha marcado a la humanidad por haber sido la primera. Sin embargo, a mí siempre me impresionó Nagasaki, precisamente por ser la segunda. Pocos días antes, el terror había sacudido al mundo. Cientos de miles de personas desintegrándose en un instante, muchos de ellos civiles ajenos a la guerra que los envolvía. Las marcas de la radiación atómica afectan a algunos japoneses hasta el día de hoy. Que, con eso en el pasado, alguien fuera capaz de ordenar un segundo ataque, que un dedo norteamericano no dudara en apretar el botón una segunda vez, lo encuentro todavía más inconcebible, si se puede.

Evidentemente, el ser humano tropieza una y otra vez con las mimas piedras. Aún hoy, 63 años después, el peligro de la guerra atómica es una espada de Damocles que pende sobre las cabezas de nosotros, los hombres. Y, lamentablemente, pareciera que cuelga de un hilo cada vez más fino.

Foto tomada de Wikipedia. Nagasaki antes y después de la explosión.

5 comentarios:

Carlos Abrego dijo...

Marianita: Durante los 70 y los 80 participé en las Marchas Mundiales por la Paz y el Desarme. En ellas siempre hubo delegaciones japonesas de ambas ciudades mârtires: Hiroshima y Nagasaki. Recuerdo los carteles: "Nunca mâs" y el fino repiqueteo de unas campanillas.

Pero esas manifestaciones ya no existen, es una lâstima. El peligro sigue existiendo y el desarme general sigue siendo una necesidad.

Una cosa que me llenô de estupor, fue cuando supe que cohetes con cargas nucleares habîan sido puestos apuntando varias ciudades argentinas. Esto durante la guerra de las Malvinas. Esta noticia nunca tuvo mayor trascendencia. La noticia saliô en una de las pâginas interiores de un gran diario parisino.

Tenés mucha razôn, que no haya una terceta bomba sobre otra ciudad.

ayco dijo...

Pues sí, como tú dices creo que la gente no aprende. Es más, creo que los políticos sólo leen y estudian lo que les viene bien para sus discursos azarosos.

El Mostro dijo...

No estoy en contra de la energía nuclea, pero lo de las bombas es un desastre. Una mínima cantidad de ellas que detonen y estamos en el horno, todos.

Anónimo dijo...

Mariana, muy interesante tu blog. Tengo un comentario que hacer respecto a este post que me gustó mucho.

Comparto la perplejidad que el hecho provoca. Pero me gustaría agregar un par de temas del error y del "terror nuclear".

El error no es algo tan malo de por sí, aprendemos de los errores. Repetir un error nos llevaría a reforzar por qué tendríamos que ser cuidadosos antes de volver a cometerlo.

El drama, me temo, es que no sé si los que tiraron las bombas lo consideran un error. Este evento marcó el pulso de la guerra fría, ayudó a consolidar las relaciones de poder entre países con dinero para financiar tecnología nuclear y países que no. Hoy incluso sirven como excusa para justificar intervenciones militares.

Considero improbable un desastre nuclear que nos evapore a todos. Pero aún si ocurriera, me sigue sonando a fábula con mensaje moral. Me parece que el mundo tiene cosas más monstruosas dando vueltas por ahí que una guerra nuclear. No sé, la soja transgénica usada para producir el diesel del audi turbocompreSSor del que va a ver el concierto de u2 por los hambrientos del mundo me parece un mecanismo perverso igual de dañino y más difícil de desarmar que un misil de largo alcance.

Pero bueno, por ahí vivir en el tercermundo condiciona mi visión. Pero no sé por qué, hay veces me da la sensación que es más fácil terminar preso por pobre, a que los dueños de las cosas -luego de los misiles- rompan todo por un capricho.

o por ahí porque soy medio zurdo o algo pior...

Te felicito y voy a seguir pasando. Beso.
Miguel

Marcelo Dance dijo...

Las potencias son las dueñas absolutas de la verdad. Y si no esperemos a que se agrave un poco la crisis mundial, y después me cuentan.
Para ellos (como diría Nietzche)
la única verdad es la verdad de la voluntad de poder.
Por eso países como EEUU necesitan alimentar constantemente
esa "Voluntad de poder" y para eso hacen falta enemigos (o chivos expiatorios, como quieran llamarlos): Japón, Corea, Camboya,
Vietnam, Irak, Irán, nuevamente Irak, etc...
Coincido en lo que dice Fernetconcola, esas bombas (a costa de miles de víctimas) marcaron el pulso de la guerra fría y favoreció al desarrollo armamentista que vino después...
Lo que más me aterra es que Japón después de esas masacres y sumidos en la ruina total, lograron salir adelante.
Acá todavía estamos en que si las
retenciones a las multimillonarias exportaciones de soja son confiscativas o no, o si
conviene mantener las AFJP en manos del sector privado, para que se sigan llenando los bolsillos cuatro o cinco atorrantes.
Somos el negativo de Japón, y eso es más monstruoso que una guerra nuclear (usando la frase de FCC)
Saludos!