Bueno, ¡se va la tercera! Qué quieren, me encantan los libros...
El nombre de la Rosa: Vi la película a los catorce años, estudiando historia medieval en el secundario. El libro llegó a mis manos unos pocos años más tarde. Me fascinó la construcción laberíntica de la biblioteca, la historia de amor entre Adso y la campesina, y sobre todo, la relación entre maestro y discípulo, vínculo que reconozco como uno de los más fructíferos para una persona. He tenido mis Maestros -con mayúscula-, aunque no estoy segura de que ellos lo hayan sabido.
El fin de la Eternidad: No deja de ser una novelita bastante pasatista de ciencia ficción, pero está magistralmente pensada. Mi papá siempre dice que Isaac Asimov debió dedicarse a inventar argumentos y dejar que otros los escribieran por él, pero en fin. Elijo este libro porque me pareció alucinante la manera en la que termina: ¡la única novela futurista que podemos asegurar se cumplió! Los viajes en el tiempo me vienen fascinando desde que a los ocho años mi mamá me alquiló "Volver al futuro".
The New York Trilogy: Esta novela (o novelas) de Paul Auster la leí a los 18 años. Recuerdo haber sentido mientras recorría sus páginas "así es como me gustaría poder escribir, exactamente así". Por eso, no puedo dejar de reconocerlo como una influencia.
En búsqueda del tiempo perdido: Pasa con los clásicos que no siempre estamos preparados para abordarlos. Recuerdo haber leído -con bastante padecimiento- el primer tomo de la monumental obra proustiana cuando tenía 17 años. La dejé a un lado con un "este bodrio no es para mí". Para la facultad, la retomé a los veinte, y fue como un amor a segunda vista. De repente tomé consciencia de cómo debería haber cambiado yo misma si, leyendo las mismas páginas, podía sentir cosas tan diferentes. Me llevó sus buenos cinco años, pero completé la lectura de los siete tomos.
Paura alla Scala: Dino Buzzati, no demasiado conocido en mi país ni en mi facultad, me parece un escritor genial. Es seguidor declarado de Kafka y tiene una novela increíble que se llama Il deserto dei Tartari que fue elogiada por el propio Borges. Pero elijo este libro de cuentos porque fue el primero que pude leer en su original italiano. Increíble el cuento breve "Una goccia".
El segundo sexo: Reconozco que leo demasiada ficción para mi gusto. Hay pocos libros de "ensayo" que llenen mis espectativas. Pero éste de Simone de Beauvoir cambió mi manera de pensar unas cuantas cosas -más allá de que en muchos aspectos su resentimiento feminista me parezca algo anticuado y no esté de acuerdo con todo su punto de vista-.
El ruido y la furia: A Faulkner me costó llegar. Leí algunos libros por curiosidad, otros más en la cursada de Literatura Norteamericana, y finalmente terminé participando en un congreso -hasta ahora, el único donde expuse- con un trabajo mío sobre sus personajes femeninos. A ésta, su obra maestra (por lo menos eso creo), llegué más tarde. Tan sólo por el primer capítulo y su increíble trabajo con el punto de vista, merece figurar en esta humilde listita.
Las políticas lingüísticas: Este libro del lingüista francés J. Calvet lo leí en el marco de mi cursada de la materia "Sociología del Lenguaje". Promediaba el año 2005. Yo hasta ese entonces estaba siguiendo -vagamente- la orientación en Literaturas Extranjeras. Pero, con el libro de Calvet entre otros (y las clases apasionantes de Roberto Bein) decidí que, para bien o para mal, me dedicaría a la lingüística. Y aquí estoy.
1 comentario:
muy, muy interesantes! gracias!
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