El otro día entré por primera vez a ese universo paralelo que es Facebook, del cual tanto había escuchado hablar. Además de todos los amigos de la primaria y de la secundaria que encontré dando vueltas por ahí (algunos de los cuales hacía años que no trataba), fue una grata sorpresa encontrar que mi prima forma parte de un grupo con el cual compartimos el apellido. Encontramos "parientes" lejanos en EEUU, España (principalmente, ya que nuestro apellido es de origen asturiano), Costa Rica, México... muy curioso.
Y eso me motivó a armar -con ayuda de este sitio- el árbol genealógico de mi familia, por parte de padre y de madre. Primero, apelé a mi memoria -que, por si alguien no lo sabe, es particularmente buena: recuerdo fechas, nombres, anécdotas, etc. con suma facilidad-. Pero llegó un momento que no me acordaba más: ¿alguien sabe el apellido de soltera de sus bisabuelas, o el nombre de pila de todos y cada uno de sus tatarabuelos?
Entonces recurrí a la memoria de mis abuelos: me senté la tarde de domingo junto a mi abuelo Oscar -del cual he hablado en alguna oportunidad- y aproveché que su memoria también está intacta: me contó con detalle los nombres y fechas de varias generaciones atrás (cabe aclarar que él en algún momento se tomó el mismo trabajo que yo, y tenía todo anotado e incluso, varias fotos viejas). Sin embargo, lo más interesante fue que no sólo recordaba nombres, sino que fueron surgiendo historias: el hermanito de mi bisabuela que murió electrocutado a los diez años; la prima linda que se casó con un pelado bajito, feo y burrero; mi tatarabuela obesa que murió del corazón a los 27 años; el tío que tuvo un hijo "natural"; etc. Más tarde, mi mamá siguió contándome de la otra rama, y ya le pedí a mi abuela materna que venga un día de las vacaciones a tomar el té para que me siga contando cosas.
En algún momento de la ardua tarea -ya tengo casi 160 parientes registrados- me pregunté para qué alguien puede querer armar su árbol genealógico. Encontré la respuesta en la satisfacción de escuchar historias, en darle a mis abuelos la oportunidad de que su familia (que ya, por razones de distancia, no es la mía, si bien por sangre sí) siga existiendo.
Me puse a pensar cómo las familias (en el sentido de presencia, de cercanía) son algo absolutamente momentáneo. Por ejemplo, pensaba en mi hermana, a quien adoro, y con quien más que probablemente siga en contacto toda mi vida. Nuestros hijos van a ser primos hermanos, y probablemente también se traten. Pero, ¿y sus hijos? Tal vez ni se conozcan, como me pasa a mí con algunos sobrinos nietos de mis abuelos... Entonces, nuestra familia existe ahora, con nosotros. Después, como el resto de la humanidad, pasará. Dejará lugar a otras familias, de las que con suerte, seremos sólo un nombre en una ramita de su árbol.
10 comentarios:
¡ Hermosísima entrada !
Espero que ya se te haya pasado la gripe.
Besos
qué intresante y nostálgico post, querida Mariana.
Al leerlo pensaba en cómo se van formando las leyendas familiares, donde siempre la tía que muere joven era la más linda o el primo guapo, que murió en sus temrpanos veintes, el más inteligente o el más bueno.
cariños
La familia es algo tan complejo como efímero.
Hola Marian: hace algunos años atrás hice lo mismo que vos. Charlando y viendo viejas fotos una tarde con mi abuela materna fui conociendo detalles de la historia familiar y armando el árbol genealógico que hoy ya tiene muuchas ramas. A mi abuela la puso muy feliz y a mi me completó un poco el cuadro histórico de nuestro camino en el mundo. Si lo de My Heritage no te funciona bien avisame y te paso un programita muy piola para armar árboles que no depende de Internet.
Mi apellido no suena mucho a italiano, parece más español, y quizás mi cara compruebe un poco eso, pero hace unos años un tío viajó a Italia a conocer el origen del apellido, y resulta que es del pueblo que está en la punta de la bota de Italia, JUSTO EN LA PUNTA, increíble :P.
MASCALZONE!!!
Qué linda entrada Mariana!!!!
Me gustó mucho el relato de tu experiencia. La familia es la primera organización social que construye el hombre, y es la más compleja de todas.
Conocer su historia es un proceso de aprendizaje que no tiene precio, y nos trae antiguos recuerdos, anécdotas, aventuras, triunfos y fracasos.
Y otra cosa que tu post demuestra es el imprescindible rol de Internet a la hora de reconstruir una parte de la historia familiar. Sin dudas, una herramienta bien usada puede traer enormes beneficios :)
Bueno, me despido y te felicito, una vez más, por tu post.
Saludos.
Anahí M. Llanes.
Ché Mariana, al menos estarás bien, ¿no? Es curioso como después de compartir tantas palabras, un día alguien deja de escribir y nos sentimos indefensos ante su marcha.
Cuídate guapa!
Estoy, estoy bien pero sin demasiadas ganas de escribir. Ya volverán, supongo. Son rachas.
Un abrazo a todos!
Yo alguna vez he intentado armar mi árbol familiar, porque me resulta frustrante no conocer más que mi familia más cercana (además de padres y hermano, por supuesto, primos, tíos y abuelos, todo lo más alguna tía abuela y primo segundo) pero es frustrante cuando no encuentras a nadie que te pueda dar datos del pasado, más atrás de cierta fecha... entonces tendrías que ir a rastrear archivos de los ayuntamientos, registros de bautismos y matrimonios en las iglesias y todo eso. Para armar un buen árbol genealógico necesitaríamos tener un año o dos libres de estudios o trabajos, sólo para hacer eso, y estar dispuestos a viajar, porque la gente se va moviendo y deja rastro archivístico de su paso en una ciudad, otra... es complicado.
Al "conde de Dinamarca" le diría que los españoles tenemos la cara muy parecida a la de los italianos, de hecho somos del mismo tipo racial: latinos del mediterráneo occidental. Los franceses del sur y los portugueses también tienen la misma cara, jejeje!
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